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viernes, 13 de febrero de 2015

Cese al fuego en Ucrania: ¿adiós riesgo de guerra?

Imagen: Reuters
Ayer en Minsk, Bielorrusia, tras casi 16 horas de difíciles conversaciones se firmó un nuevo acuerdo de cese al fuego entre Rusia, Ucrania y los rebeldes prorrusos, que tuvo como principales promotores a Alemania y Francia. El presidente Vladimir Putin dijo que hubo consenso “sobre lo importante”. Por su parte, el presidente ucranio, Petro Poroshenko, destacó que el acuerdo por primera vez detalla cómo recuperarán el control de su frontera en el Este del país: "Al día siguiente de las elecciones locales (de dicha zona), el control de la frontera debe ser asumido por guardias ucranianos y representantes de OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa) y, en una segunda etapa, antes de fines de este año, pasará totalmente a la soberanía ucraniana".

El documento se compone de trece puntos, entre los que destacan, la estricta implementación del cese al fuego en ciertas áreas de las regiones de Donetsk y Lugansk a partir de las 00:00 hrs. del domingo 15 de febrero, hora de Kiev. Asimismo, habrá un retiro de armamento pesado desde la actual línea en la que se encuentran las tropas ucranianas, y desde las posiciones que ocupaban los rebeldes al momento de los pasados acuerdos de Minsk de septiembre. Esto se llevará a cabo a partir del segundo día y deberá ser completado en dos semanas. Toda formación armada extranjera y mercenarios deberán retirarse también junto con su equipo militar, y se desarmará a todos los grupos ilegales. Todo lo anterior será verificado por la OSCE.

En la parte política, habrá un diálogo para estudiar modalidades de elecciones locales de acuerdo con la legislación ucraniana. El Parlamento de ese país especificará las áreas que disfrutarán de un régimen especial, pero hacia finales de este año, deberá haber reformas para que una nueva Constitución entre en vigor. Ésta deberá tener como elemento central la descentralización, incluyendo ciertas especificidades para algunas partes de Donetsk y Lugansk.

De este lado del mundo, el gobierno de Obama a través de su secretario de Estado, John Kerry, celebró el convenio y expuso en un comunicado, que “Estados Unidos está preparado para considerar el retiro de sanciones contra Rusia cuando los acuerdos de Minsk de septiembre, y ahora éste, sean completamente implementados” (énfasis agregado). Por último, Kerry dio la bienvenida al paquete de asistencia financiera que se otorgará a Ucrania, y que fue anunciado por la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. Este programa otorgará a Kiev 17.5 mil millones de dólares durante cuatro años.

Los acuerdos de Minsk deben verse desde varias ópticas. En este espacio comentamos que Europa y Kiev en especial, tenían prisa por detener las hostilidades ante el avance rebelde, que no dejaba de ganar terreno. Del otro lado, los separatistas en realidad no tenían la intención de tomar todo el país, sino solo de “independizar” o escindir a las regiones del Este, de mayoría étnica rusa. Esto último no será logrado, pero al menos tendrían más autonomía de las decisiones centrales, si lo firmado en Minsk se cumple.

Cabe recordar lo que aquí expusimos el martes: las derrotas del ejército ucraniano de inmediato comenzaron a generar voces en Washington a favor de enviarles no solo apoyo logístico sino armamento letal. El lunes la respuesta rusa no se hizo esperar: si los americanos se atrevieran a enviar equipo militar, para Moscú sería una declaración abierta de guerra contra Rusia, que se reservaría el derecho de actuar contra Estados Unidos y sus aliados, más allá del frente ucraniano.

De manera que la respuesta de Kerry de que podrían “retirar” las sanciones a Rusia, debe verse como un acuse de recibo de la advertencia del gobierno de Putin. Está claro que Estados Unidos ya no es el de antaño, y que no puede hacer lo que quiera en ciertas partes del mundo.

El presidente ruso, con el acercamiento tenido con sus homólogos de Alemania y Francia, Ángela Merkel y Francois Hollande, respectivamente, mostró que el problema no es con Europa, sino con el intervencionismo americano en su vecindario. No se puede soslayar que el origen central del conflicto en Ucrania, fueron las manifestaciones del Euromaidán alentadas por Washington para defenestrar al presidente prorruso Víktor Yanukóvich. Por cierto, poco se menciona que los ultranacionalistas que asumieron el poder con el apoyo americano, son herederos de aquellos ucranianos que se aliaron con la Alemania nazi, para pelear contra Rusia. De manera que durante la Segunda Guerra Mundial, participaron también en el Holocausto.


Así que este frágil nuevo arreglo de cese al fuego, depende en gran medida de alguien que ni siquiera estuvo presente en las negociaciones: Estados Unidos. Si Obama como parece toma en serio el mensaje enviado por Putin, se abstendrá de enviar armamento a Ucrania, pero si se equivoca y lo hace, entonces la paz se vendría abajo. Esperemos que el gobierno de Kiev, que ya da por perdida la península de Crimea –porque ni siquiera fue mencionada en los acuerdos, se dé cuenta de que entre más se deje llevar por el canto de la sirena americana, más seguirá perdiendo. Ojalá, la paz sea real y duradera.

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